viernes, 28 de diciembre de 2012

En el fondo de mi corazón

Estoy de viaje en Venecia, ya que tengo ya 18 años y quería celebrarlo yendo a la ciudad que me había enamorado desde niña en los reportajes y en las fotos. Salgo del hotel de tres estrellas para dirigirme a una de las típicas barquitas venezolanas, las góndolas, a dar un paseo. Pido a una que pasa que se acerque. Me doy cuenta de que el joven que remaba con fuerza hacia mí era bastante apuesto. Me siento en el extremo en el que no está el sentado y lo miro más detenidamente.

- Hola, buenos días- saludo cortésmente en un italiano mal aprendido.
+ Buenas, ¿adónde quiere ir, bella dama?- me alaba.
- Adonde tú quieras, gentil hombre- le sigo el juego.
+ Perfecto.

Empieza a remar rápidamente con un agilidad que me asombra. Llegamos a una pequeña plaza inundada, con cerezos de raíces sumergidas y palomas volando por nuestras cabezas.

+ Bienvenida a la Plaza de los Amantes. Aquí vienen todos los enamorados a demostrarse su amor. Es una escena bastante bonita.
- Por supuesto- ingenua de mí, creo que me estoy enamorando.

Él se echa hacia delante. Yo le imito. Nuestros rostros están tan cerca, nuestros labios tan próximos. Y sin darme cuenta, él ya se ha echado hacia atrás. Solo se estaba impulsando para llevarme a la orilla. Se había dado cuenta de mis intenciones. Sabía que le quería besar.

+ Ya se puede bajar, señorita- me invita a irme.
- Vale- acepto sacando un pie de la góndola-. Pero quiero que sepa que sin conocerle le he amado y que en el fondo de mi corazón, le he besado.

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